Forma parte ya del lenguaje cotidiano denominar Zona Cero a aquel espacio (físico o no) que ha sido objeto de un acontecimiento de tal magnitud que, automáticamente, pone el contador a cero en la historia particular de ese sitio (físico o no): primero para que no se olvide y, segundo, para que todo pueda ser reformulado desde ese nuevo punto de partida. El momento actual de crisis generalizada puede convertirse (si no lo ha sido ya) en la Zona Cero para la arquitectura en nuestro país: un espacio de tiempo, concreto, a partir del cual nos veremos obligados a buscar nuevos caminos. / Forms part of everyday language to call Zero Zone to that space (physical or not) that has undergone an event of such magnitude that automatically sets the counter to zero in the particular history of that site (physical or not): first so that is not forgotten and, second, so that everything can be reformulated from this new starting point. The present time of general crisis can become (if it has not already been) at Zero Zone for Architecture in our country: a space of time, concrete, from which we will be forced to seek new ways.

3/6/13

HABITAR APILANDO / CASA PENTIMENTO DE JOSE MARÍA SAEZ Y DAVID BARRAGÁN EN QUITO (ECUADOR)

Casa Pentimento, J.M. Sáez Vaquero y David Barragán, Quito (Ecuador) 2005-06 













Como suele ocurrir con muchas de las manifestaciones de la plástica y de la cultura: pintura, cine, literatura...; una imagen, una historia o una melodía se miden tanto por lo que nos muestran como por aquello que nos sugieren. Una simple instantánea puede contener cientos de matices que nos transportan, casi sin darnos cuenta, a lugares remotos; también en la arquitectura. Desde Quito, en Ecuador, los arquitectos Jose María Sáez y David Barragán  nos invitan a un viaje montados en su casa Pentimento (La Morita, Quito, 2005/06).

Las instantáneas de Pentimento –junto con otras dos que el tándem acompañan a su explicación del proyecto- nos hablan de lo sencillo, casi de la autoconstrucción; el recuerdo una valla resuelta con unos humildes tablones de madera, sirve como excusa para, y con el cliente adecuado (“un cliente sin miedos”, nos dicen los autores), pensar un edificio en el que el cerramiento es difuso, ambiguo: puede ser una cerca y muchas cosa más. La nostalgia del austero órreo, además de volver a recordarnos la sencillez del método, sugiere también distancia y renuncia; aquellas que, en un determinado momento de su vida, tuvo que escoger el arquitecto Jose María Saez Vaquero, abulense de nacimiento (1963) y titulado en la Escuela de Arquitectura de Madrid (1990), para poner océano y continente por medio hacia un país hermano como Ecuador.

  
El viaje y el elemento (la pieza de hormigón), dibujan en el aire -aunque sea sólo por un instante- la silueta de otro ilustre arquitecto que, 90 años atrás, hizo el mismo viaje aunque recalando un poco más al norte: el vienés Rudolf M. Schindler. Los ecos de los primitivos paneles de hormigón, que eran construidos en el suelo y “volteados” hasta su posición definitiva en su mítica Casa Schindler en los Ángeles (1921/22), junto con algunas instantáneas de los patios interiores resuenan en Pentimento. La melodía de las piezas de hormigón y, de nuevo el viaje, nos acercan de la mano de Schindler (discípulo) a uno de los gigantes de la arquitectura del siglo XX, Frank Lloyd Wright y sus casas californianas de principios de los veinte, en las que utilizó la pieza de hormigón como elemento generador de esa magnífica arquitectura como fueron, entre otras, la Casa J. Storer (1923) y la Casa S. Freeman (1924), ambas construidas por el genio de Wisconsin en Los Ángeles.

 (De los autores.....)
Un jardín, una cliente sin miedos. Se pide una vivienda que pueda ser centro espiritual y espacio de silencio. La espiritualidad debe venir de la naturaleza misma: se busca una arquitectura que se inserte en la naturaleza sin competir con ella, que se abra al clima templado y a la visión cercana del volcán Ilaló.



Macetas portantes
El proyecto se genera desde una sola pieza
prefabricada de hormigón, que puede situarse en el montaje en cuatro posiciones y que resuelve estructura, cerramiento, mobiliario, escaleras, incluso una fachada jardín que es el origen del proyecto. Por fuera es una retícula neutra que se camufla de valla o de seto. Al interior, cada muro es distinto y se ajusta a sus necesidades de escala, función, posición, etc.
Sin abandonar un rigor y simplicidad extremas, el montaje permite la variabilidad y la adaptación a las singularidades del proyecto. Orden y desorden son compatibles dentro de un mismo sistema.



Casa Pentimento. Implantación, planta, secciones y alzado este 




Entorno
La arquitectura se subordina al jardín donde se inserta. Hacia fuera es un tejido, un cerramiento, un seto construido por apilamiento de macetas. Hacia dentro el muro es un tamiz que filtra la naturaleza. Si el exterior es cerrado y oculta su escala, el interior se abre y se dilata hacia las vistas. La arquitectura amolda su forma a la del terreno, quebrándose con el fuerte desnivel, esquivando los árboles o incorporándolos al edificio: los jardines son cuartos de la casa. La pendiente del terreno y las grandes cristaleras introducen el paisaje al interior de la vivienda.

Los intersticios entre prefabricados convierten al muro en filtro de vegetación y de luz, las rendijas se dejan abiertas en algunos puntos y se cierran en otros con acrílico transparente o translucido y con tiras de madera. Estas mismas rendijas al interior son soporte de piezas de madera que se convierten estanterías, asientos, mesas y escalones. En el piso superior el mirador abierto se despoja de cualquier elemento secundario, permitiendo el paso del aire y la luz, encuadrando las vistas de las montañas lejanas, concentrándose en su papel de relacionar al usuario con su entorno.

Construcción
Sobre una plataforma de hormigón que sirve como cimentación superficial se levanta el sistema de prefabricados. Las piezas se prefabrican en el suelo con encofrados metálicos y se colocan en la obra insertándolas en varillas de acero ancladas con pegamento epóxico a la plataforma.  Estas varillas y los elementos de traba entre las piezas generan una estructura apretada de pequeñas columnas y dinteles, muy apropiada a la sismicidad de la zona.
 


La casa prescinde, en lo posible, de acabados. La losa de cimentación se funde con pigmento negro y endurecedor para que se convierta en el piso terminado final. Los prefabricados de hormigón quedan vistos tanto al exterior como al interior, suavizando su dureza la madera roja, y el verde de los vierteaguas de cobre oxidado y de la vegetación siempre presente.














La bendición del bajo presupuesto
Al ser preguntada la escritora norteamericana Joan Didion sobre su ideal de estilo, responde: economía, sencillez y claridad. Aquí la limitación económica nos conduce felizmente en esa dirección. Despojar de lo accesorio, buscar la intensidad por reducción, simplificar los procesos constructivos. Trabajar con la luz, la naturaleza, el clima templado, los materiales disponibles de forma directa. Pocos materiales, claridad para su empleo.



Austeridad liberadora, que permita el goce, lo sensorial, la conexión con la naturaleza. Arquitectura de síntesis, que se sostenga en un número reducido de leyes propias. Una sola pieza, una sola acción constructiva de apilar. Una arquitectura diluida en la naturaleza, que hacia el exterior es prolongación vertical del jardín y hacia el interior es mobiliario. Un muro en el que convergen el entorno y el usuario.






Fuentes:
+ Fotografías: Raed Gindeya, Jose María Sáez y David Barragán
+ AV Monografías, 127. La casa natural
+ AV Monografías, 132. Casas de maestros




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