Forma parte ya del lenguaje cotidiano denominar Zona Cero a aquel espacio (físico o no) que ha sido objeto de un acontecimiento de tal magnitud que, automáticamente, pone el contador a cero en la historia particular de ese sitio (físico o no): primero para que no se olvide y, segundo, para que todo pueda ser reformulado desde ese nuevo punto de partida. El momento actual de crisis generalizada puede convertirse (si no lo ha sido ya) en la Zona Cero para la arquitectura en nuestro país: un espacio de tiempo, concreto, a partir del cual nos veremos obligados a buscar nuevos caminos. / Forms part of everyday language to call Zero Zone to that space (physical or not) that has undergone an event of such magnitude that automatically sets the counter to zero in the particular history of that site (physical or not): first so that is not forgotten and, second, so that everything can be reformulated from this new starting point. The present time of general crisis can become (if it has not already been) at Zero Zone for Architecture in our country: a space of time, concrete, from which we will be forced to seek new ways.

11/11/12

ESPAÑA ESCOLAR / ESCUELA INFANTIL DE LARRAZARQUITECTOS EN PAMPLONA

Larrazarquitectos, Escuela Infantil en Pamplona (2008/10)
Inicio, con esta nueva entrada, un viaje que espero dure lo suficiente por la arquitectura escolar hecha en España en los últimos años. En esta primera parada me detendré en uno de los ejemplos más redondos que, a mi entender, ha dado este noble tipo funcional en los últimos tiempos (que han estado cuajados, por cierto, de obras espléndidas distribuidas por todo el país). Se trata de una Escuela Infantil (de 0 a 3 años) en el barrio de Buztintxuri, Pamplona, realizada, tras ganar el primer premio en un concurso previo, por el equipo navarro Larrazarquitectos, dirigido por Javier Larraz Andía y en cuyo estudio de Pamplona colaboran, entre otros, los arquitectos Juan Miguel García y Belén Beguiristáin.



Herman Hertzberger, Escuela Apollo, Amsterdam (1983)
Son muchos los arquitectos que encuentran en esta tipología algo especial, distinto al resto de grupos funcionales. Entre ellos, y al cual se confiesa abiertamente vinculado, encontramos, ni más ni menos, que al incombustible arquitecto holandés Herman Hertzberger (1932) que, a sus 80 años, sigue en primera línea de fuego y que nos ha dejado algunos de los mejores ejemplos de arquitectura escolar europea; entre ellos las míticas escuelas del sistema Montessori en Delft (1966) y Amsterdam (1983). El maestro Hertzberger (discípulo y colaborador de Aldo van Eyck) acostumbra a referirse a los colegios como micromundos: mundos dentro de otro mundo, aquellos a los que él hacía partícipe (hasta límites insospechados) a tan especiales usuarios, convirtiendo los bloques de hormigón utilizados en los cerramientos, en piezas para los juegos arena de los más pequeños. La presente obra de Larrazarquitectos puede leerse a la luz de esa idea; los arquitectos construyen un mundo a medida de las necesidades de los más pequeños o, también, una ciudad dentro de otra ciudad (otra idea conocida). En un entorno sin demasiado interés ambiental, el estudio de Pamplona atrapa, entre sus límites, un trozo del espacio para incorporarlo a su proyecto; al interior, la espina que organiza la escuela es “la calle de juegos” que los alumnos deberían seguir disfrutando en los barrios de los pueblos y ciudades pero que se han perdido para siempre.

Larrazarquitectos, Escuela Infantil Buztintxuri, "calle interior"
Dado que el actual proyecto atiende a las necesidades del conjunto más joven de la población, el que va desde las 16 semanas de vida hasta los 3 años, éste se enmarca dentro de lo que se denominan, también, como escuelas maternales que tienen respecto de las siguientes etapas unas condiciones de diseño específicas. Larrazarquitectos diseñan un estuche a medida, envolviendo el programa en un recinto adecuado para tan especial y delicado contenido. Los materiales y elementos que configuran la piel del edificio funcionan, a la vez, como límite (aislando la escuela del  tráfico de la calle) y como contenedor, envolviendo un espacio articulado mediante bandas que van graduándose hasta quedar la última de ellas, la de las aulas, volcada a un delicado patio a las que se abren. La unidades docentes se han diseñado como pequeñas células preparadas, cada una de ellas, para atender las necesidades de los más pequeños con zona de relación y aprendizaje, un generoso espacio de aseo e, incluso, el necesario para el descanso.
Larrazarquitectos, Escuela Infantil en Pamplona, planta, alzado y secciones

La “calle interior” o “pasaje cubierto” es el el corazón de la escuela al que se abren tanto las aulas como distintas piezas del ala de servicios. El equipo pamplonica se esfuerza por ofrecer a sus jóvenes inquilinos un espacio que fluye, que se desplaza desde el interior de las aulas a ambos lados, y a lo largo, del espléndido corredor de doble altura,  coronando con una entrada de luz lateral que ilumina todo el pasaje. Para ello, disuelven, parcialmente, las paredes que delimitan los espacios docentes, también la cocina y el taller central, mediante un acristalamiento completo que, en estos dos puntos, se adelantan para apropiarse de parte del corredor. Esta idea de continuidad espacial mediante el uso extensivo de planos de vidrio la podemos encontrar, con idéntico propósito, en dos ejemplos contemporáneos también de uso escolar europeos; la magnífica pieza del equipo croata Njric+architekti para el MB Kindergarden en Zagreb (2005)  y la Hauptschule en Paznaun (2002) de la pareja austríaca Noldin&Noldin.




 Njric+, MB KIndergarden y Noldin&Noldin Hauptshule Paznaun 




Si el interior envuelve con su calidez la vida de los más pequeños, el exterior del edificio se resuelve prácticamente con dos pinceladas. La volumetría de la pieza expresa al exterior la idea de su articulación a base de alargadas franjas, coronadas por el emergente volumen de la “calle interior”. Larrazarquitectos trabajan la idea de alargar, estirar, las partes macizas de su edificio para configurar una pieza apaisada, muy cercana al suelo, que sin embargo, los autores no dudan en plegar, en los puntos necesarios, para dar lugar a porches o espacios a cubierto que funcionan como filtros entre el exterior y el interior del edificio; todo ello cosido por una pauta vertical (como contrapunto) de pinceladas de color con las que trabajan las exquisitas lamas metálicas del brise-soleil convertida en la instantánea del centro. La materia: la piedra y el metal, junto con la técnica: la fachada ventilada y la precisión en la ejecución de las lamas, resumen un edificio en el que está presente la idea de que el contenedor escolar, el colegio como edificio, sirva también para estimular las sensaciones y complementar la educación de los más pequeños; colores, texturas, ambientes, luces, han de ser una parte más en la formación desde esta temprana edad marcada, precisamente, por todo aquello que el niño percibe.


Larrazarquitectos han completado, recientemente, un edificio asistencial también en Pamplona, el Centro de acogida para personas sin hogar (2010/11); una pieza exquisita en la que el equipo vuelve, de nuevo, a modelar una volumetría compuesta por piezas prismáticas, solapadas, que se concreta con una piel de lamas metálicas.   
     





Fuentes:
+ Fotógrafo: Iñaki Bergera


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