Forma parte ya del lenguaje cotidiano denominar Zona Cero a aquel espacio (físico o no) que ha sido objeto de un acontecimiento de tal magnitud que, automáticamente, pone el contador a cero en la historia particular de ese sitio (físico o no): primero para que no se olvide y, segundo, para que todo pueda ser reformulado desde ese nuevo punto de partida. El momento actual de crisis generalizada puede convertirse (si no lo ha sido ya) en la Zona Cero para la arquitectura en nuestro país: un espacio de tiempo, concreto, a partir del cual nos veremos obligados a buscar nuevos caminos. / Forms part of everyday language to call Zero Zone to that space (physical or not) that has undergone an event of such magnitude that automatically sets the counter to zero in the particular history of that site (physical or not): first so that is not forgotten and, second, so that everything can be reformulated from this new starting point. The present time of general crisis can become (if it has not already been) at Zero Zone for Architecture in our country: a space of time, concrete, from which we will be forced to seek new ways.

24/6/13

ABIERTO AL CIELO DE MADRID / NUEVO MERCADO DE SAN ANTÓN EN EL BARRIO DE CHUECA DE QVE ARQUITECTOS


QVE Arquitectos, Nuevo Mercado de San Antón, Madrid (2004-11). Fot.: Jorge Crooke 


Comas-Pont Arqt., Mercado en Manlleu
 En dos entradas anteriores: Producto Fresco y en Color y Olor, nos acercamos a una tipología edificatoria que, como ninguna, forma parte del corazón de la ciudad y del barrio: el Mercado. Dos ejemplos distintos, con diferentes estrategias para relacionarse con la trama urbana que comparten, a los que se suma un tercero que añade una nueva manera de “construir la ciudad” a través de una pieza tan cercana a los ciudadanos como es la del mercado (“la plaza”). El equipo madrileño QVE Arquitectos, José María García del Monte y  Ana María Montiel, son los autores de una construcción con voluntad de incorporarse al castizo tejido urbano de Madrid en el Nuevo Mercado de San Antón, en el barrio de Chueca.

ArhitekturaKrusec, Mercado en Celje


En una primera muestra, Comas-Pont Arquitectes, en su intervención en Manlleu, reordenan una amplia plaza en el centro del barrio presidida por un delicado cofre de madera y zinc que además de Mercado se convierte en zona de relación a la que se abre el apretado muro residencial que lo envuelve. En segundo lugar, y  más allá de nuestras fronteras, en la ciudad eslovena de Celje, ArhitekturaKrusec reinventan la antigua idea del binomio plaza-mercado, construyendo un “dosel metálico” que protege a los comerciantes y clientes de las inclemencias del tiempo; una pieza bajo la que vibra el bullicio de la gente y la ciudad.

Del edificio aislado de Manlleu y de la nave sin paredes de Celje, el Mercado de San Antón se ofrece como una tercera variante de cómo el mercado se relaciona con el barrio. Aquí, QVE Arquitectos trabajan con la apretada parcelación urbana decimonónica  incorporando la potente escala del mercado a una compacta manzana urbana. El edificio se pliega y se escalona para ajustarse a las ordenanzas, ofreciendo al visitante un gran ojo de entrada en una “piel” ciega. Una estrategia -la del edificio  sin huecos-  que, sin duda,  se ha trabajado como disonancia,  como contrapunto, para potenciar el efecto espacial del magnífico atrio interior cubierto que es el corazón del mercado. Desprovisto de su ancestral tarea estructural, el ladrillo –el módulo- despliega un universo de texturas mostrándonos a través de su perfecta imperfección su carácter de piel, de tejido en el sentido tectónico que Semper atribuía a la fachadas. El basamento basáltico y la gradación en vertical de la textura y color del ladrillo colaboran en la integración del potente alzado entre sus nobles vecinos residenciales; al interior la vista se eleva hacia al cielo: al cielo de Madrid.              


(De los autores......)
Un edificio público debe ser reconocido por una serie de características que lo diferencien del conjunto continuo de viviendas que conforman la ciudad. Dicho de otro modo: debe ser diferente, no sólo porque alberga  un uso a su vez muy diferente, sino porque debe trasmitirlo mediante su imagen pública.

Debe por tanto diferenciarse por su escala, por el modo de entrar, por sus materiales, por su relación con la ciudad. Pero su singularidad debe encontrar también puntos de conexión con su entorno: los colores de los revocos de la zona, un material tradicional aunque tratado con una estética contemporánea, un modo de insertarse en la trama de calles que la integre explicándola. El barrio de Chueca se caracteriza, urbanamente, por tener uno de los tejidos de vivienda más homogéneos de Madrid, según un tipo característico del último tercio del siglo XIX. Es un Madrid de balcones, librillos, fraileros, granito y revocos de colores de tierra  (ocre, albero, oro). Pero sin edificios públicos ni equipamientos, que cuando aparecen deben aspirar a esa sintonía desde el contraste matizado y sin estridencias.






QVE Arquitectos, Nuevo Mercado de San Antón: de arriba a abajo plantas y sección 
En el nuevo mercado de San Antón se ha buscado esa inserción tranquila en la trama, construyendo con un material terroso y profundamente matérico -el ladrillo macizo de tejar- convenientemente pautado por una trama metálica y con un aparejo nada tradicional en su conjunto. Una base de fundición de basalto (material inédito en nuestra ciudad) responde a esa necesidad presente en tantas construcciones de ganar solidez al encontrarse con la calle. Y también responde al trazado de la calle Augusto Figueroa, que justo en este lugar quiebra, y el juego de planos de fachada ayuda a articularlo visualmente.

Pero donde el mercado se hace intensamente público en sus entradas permanentemente abiertas y de un tamaño descomunal, como aquellas de los edificios históricos que tantas veces añoramos.  Así, la puerta principal en la esquina entre Barbieri y Augusto Figueroa abre en toda su altura de casi seis metros a un vestíbulo igual de alto que comunica visualmente con el patio central del mercado. Esta puerta sale a recibir al viandante, que entra al edificio como se entra a un espacio público más: con las manos en los bolsillos y sintiendo que no hay barreras.

La entrada desde la calle Barbieri comparte esa dignidad que da la dimensión exagerada de su puerta y deja paso a una escalera abierta en toda la altura del edificio: una vez más, un regalo al que no estamos acostumbrados, pero al que un edificio público debe, como regla general, sentirse obligado. De este modo, un mercado, que es un tipo de edificio que por su tipología y funcionamiento no requiere de huecos a la calle, (ahora cuesta  recordar cómo el antiguo edificio tenía todos sus huecos, casi domésticos por escala, tapiados o cegados y desde luego maltratados) se abre como debe hacerlo un edificio público: con escala y dignidad, invitando a entrar.


Invitando, por tanto, a entender que ese patio central, cubierto por un lucernario que regala luz desde su condición de enorme colector  energético (pues son placas solares sus vidrios),  no es sino una plaza más, desde donde la calle se entiende  como una prolongación (la mirada es directa y casi a cota) y el mercado como lo que en origen fue: la plaza donde los mercaderes se  aposentaban para  vender sus productos. En muchas ciudades castellanas se sigue diciendo “ir a la plaza” a ir de compras al mercado. Esperemos que este nuevo mercado, que va ser más que eso, sea también esa nueva plaza que la ciudad necesita.



QVE Arquitectos, Nuevo Mercado de San AntónMadrid


 





































Fuentes:
+ Fotografías: Jorge Crooke
+ Primer Premio: XI Premio de Arquietctura de Ladrillo 2009-2011

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