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C+S Associati, Guardería en Pederobba (Italia), Fotografía: Alessandra Chemollo |
Escribía el profesor Luis Fernández-Galiano, en su habitual columna que nos abre las puertas a cada número de AV (también en la renovada Arquitectura Viva) concretamente en el número titulado La Escuela Global (152/ 2011), que “La escuela es muros y maestros........una escuela puede prescindir de los muros, pero no de los maestros.” Si ponemos esta idea en sitio y en hora –hoy mismo, en España- habría que añadir, haciendo un guiño a lo que se oye y se siente en la calles de este país recortado por las líneas de puntos de la Educación y Sanidad, que “no sobran maestros, sobran ministros”.
Sin duda, y llevando la cuestión al terreno de la Arquitectura, las mejores escuelas son los mejores maestros pero tanto los enseñantes como los educandos necesitan del soporte del espacio físico para su tarea. En las tempranas edades, principalmente, el niño se educa tanto por lo racional de las letras y números como aquello que le llega a través de los sentidos: los contenidos emocionales. Luz, color, texturas, ambientes, medidas, relaciones espaciales, son sensaciones que empapan a los niños y a los que una buena escuela (como edificio) debe dar repuesta. El contacto con la naturaleza, el cambio de las estaciones, el alegre griterío de los corros de compañeros en el patio, el mullido suelo de un espacio de reunión o compartir la mesa del comedor forma parte, también, de la educación de los más pequeños.
La primera de las dos conocidas escuelas infantiles (Pederobba y Ponzano) del dueto italiano C+S Associati, formado Carlo Cappai y Maria Alessandra Segantini, la Escuela Infantil en Pederobba, nos habla precisamente de eso: de los muros, de los vacíos y de la naturaleza. La pareja veneciana abre la explicación de su pequeña intervención, insertada en medio de la preciosa campiña de la región del Véneto, hablándonos de los campos y los muros; en los diagramas nos muestran pavimentos de cantos rodados, los revocos de las viejas paredes del pueblo, del maíz y de la vendimia. La pequeña guardería atrapa entre sus coloridos patios trozos de los campos de labranza, abriéndose hacia al sur a las amplias vistas de la campiña; en ese punto las aulas, delimitadas en vertical por un plano de cristal y horizontalmente por la protección del vuelo de hormigón, ofrecen a los pequeños usuarios el espectáculo de la cambiante luz del día flotando sobre los cultivos.
(De los autores........)
Muros y vacíos
Encajada entre viñedos y campos de trigo, cuyas líneas dibujan la memoria de antiguos cultivos, y donde el espacio queda pautado rítmicamente por las estacas que soportan los sarmientos y por el cambio de color en la temporada de la cosecha, se ubica la pequeña parcela de la guardería en Covolo.
Ésta aparece como la pieza necesaria para completar el pequeño núcleo urbano, marcado por la presencia de la iglesia del siglo XVI, su campanario, y el convento de los Dominicos de Villa Bellati. Una colección de modestas estructuras unidas por la continuidad de sus muros de piedra que permanecen inalterables con sus rugosas capas de revocos.
Estos muros, que nos acompañan durante gran parte del camino hacia el centro de Pederobba, definen los límites entre la red de caminos y los campos de cultivo a través de la región del Pedemontana, que discurren junto a las ondulantes masas de vegetación que siguen el amplio lecho cauce el río Piave.
El nuevo proyecto requirió de un enfoque consistente en volver a escribir las mismas frágiles parcelas existentes, para preservar la memoria del lugar, a la espera de completar nuevas porciones del paisaje, mientras se forman, simultáneamente, paisajes mentales en la mente de los niños que viven allí. Los muros y los espacios vacíos.
(a la derecha: plantas;
abajo: secciones)
El nuevo edificio forma un recinto orientado hacia el sudeste, con sus vistas abiertas hacia los campos de trigo y viñedos, que se deja abrazar y moldear por las características del paisaje. Un rugoso muro de hormigón recibe una capa de color para integrarse en el paisaje circundante, que ha sido tratada superficialmente con el objeto de reflejar la luz de manera diferente en función de su orientación. El edificio es su estructura: un muro.
El muro cuando se abre hacia al sur se asemeja a las grandes arcadas de las barchesse, los profundos porches porticados de la región del Véneto, mostrando, en ese punto, la masiva característica de la estructura.
- Un muro que se desplaza y se duplica, coloreado para marcar la profundidad de su sombra, un umbral.
- Un muro que da respuesta a las tensiones de lo que encierra.
- Un muro que viaja a través de la complejidad, estirándose suavemente mientras los distintos espacios aparecen.
El espacio cubierto, el pavimento de grava estabilizada de Sarone y la iluminación, amplifica el umbral, ampliando los espacios de las aulas hacia el exterior, o trayendo el jardín, con sus sonidos y olores, al interior de la escuela. Esta operación de ampliación de la "puerta", esta transformación del umbral en un espacio real, se refiere a la imaginación de un mundo posible, diferente y extraño, suspendido entre el interior y el exterior. Representa la duda, el deseo, el potencial, la maravilla.
Fuentes:
+ Fotografía: Alessandra Chemollo
+ Ganador de la Medalla de Oro de la Arquitectura Italiana 2006 (Sección Educación)
+ Premio Architettura&Colore 2008: Mención de Honor
+ FarbDesign Preis, Múnich 2009: Mención de Honor
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