Forma parte ya del lenguaje cotidiano denominar Zona Cero a aquel espacio (físico o no) que ha sido objeto de un acontecimiento de tal magnitud que, automáticamente, pone el contador a cero en la historia particular de ese sitio (físico o no): primero para que no se olvide y, segundo, para que todo pueda ser reformulado desde ese nuevo punto de partida. El momento actual de crisis generalizada puede convertirse (si no lo ha sido ya) en la Zona Cero para la arquitectura en nuestro país: un espacio de tiempo, concreto, a partir del cual nos veremos obligados a buscar nuevos caminos. / Forms part of everyday language to call Zero Zone to that space (physical or not) that has undergone an event of such magnitude that automatically sets the counter to zero in the particular history of that site (physical or not): first so that is not forgotten and, second, so that everything can be reformulated from this new starting point. The present time of general crisis can become (if it has not already been) at Zero Zone for Architecture in our country: a space of time, concrete, from which we will be forced to seek new ways.

3/1/13

SUIZA ESCOLAR / ESCUELA VOLTA DE MILLER & MARANTA

Miller&Maranta, Escuela Volta (1997-2000)
No quedaría completo este primer viaje – que pronto cumple un año- por el panorama contemporáneo de la arquitectura escolar helvética, sin detenernos en un ejemplo imprescindible del amplio muestrario: la Escuela Volta en Basilea (1997-2000), una de las obras que cualifica la trayectoria del influyente tándem suizo, Miller & Maranta, formado por la pareja de arquitectos: Quintus Miller (1961) y Paola Maranta (1959). Fruto de un concurso convocado en 1996, la trascendencia de la Escuela Volta como modelo edificatorio (cuya importancia queda demostrada por el número de referencias bibliográficas que la acompañan), entiendo que responde a tres cuestiones principales: la primera su especial localización: un solar urbano donde el programa docente debe de desarrollarse en altura (una respuesta proyectual que no es habitual en las mesas de los arquitectos de nuestro país); en segundo lugar, la magistral solución organizativa que ofrece el tándem suizo excavando, entre sus potentes muros, pequeños pozos de luz que se convierten en la auténtica estrategia del proyecto; por último, la íntima comunión entre la materia (hormigón), la técnica (o tecnología) y la solución espacial.

En un borde de la industrial Basilea donde la ciudad pierde su nombre para fundirse con la trama fabril de la ribera del Rin, la pareja Miller&Maranta exprimen, al máximo, las particularidades de un solar que parece imposible para acoger un colegio: la traza del antiguo depósito de gasóleo de un enorme almacén destinado a proveer de combustible –carbón- a una antigua central térmica; la gran nave de almacenamiento se conserva como preexistencia ( y como medianera) en un lateral del solar, mientras que los tres lados restantes quedan libres; el solar vacante quedará marcado por la profunda huella del vacío resultante de la extracción del gran depósito; la existencia de este “hueco” condicionará el arranque del proyecto en el que los arquitectos situarán el gran gimnasio del colegio, a una profundidad de seis metros bajo la rasante de la calle, y sobre este espacio libre de soportes descansará –con ayuda de la técnica- la superestructura que aloja la escuela. Lo estricto del solar obligará a tomar prestada parte de la trama urbana, disponiendo el patio de juegos del colegio en la plaza a la que se vuelca; una sutil manera de integrar la vida de la escuela en el día a día del barrio. (abajo secciones tranversal y longitudinal)

La organización de la escuela viene marcada por los especiales condicionantes
del lugar; una estrecha franja volcada a la plaza sirve de hall que conduce, por un lado, a las tripas del colegio, el gimnasio, y las plantas superiores a través de una amplia escalera encajada entre pantallas de hormigón. La planta primera actúa como planta noble del colegio y de ella arrancarán dos nuevas escaleras lineales que sirven al centro. La planta, casi cuadrada, se articula mediante la concatenación de una serie de aulas y patios (íntimamente unidos para iluminar los espacios docentes interiores) que aparecen de manera contrapeada y que confiere a cada nivel una imagen laberíntica, un espacio fluido, sin continuidad en los pasillos, donde los pozos de luz que unen en vertical los distintos niveles, se convierten en protagonistas de la articulación espacial ofreciendo un caleidoscopio de perspectivas a través de los grandes ventanales de los patios; al fondo de uno de ellos se enmarca, como en un cuadro, la silueta de la antigua central térmica.






Miller&Maranta, Escuela Volta, plantas
  
La solución tectónica de la estructura, junto con la expresividad formal que se extrae del material base con el que se construye el edificio: el hormigón, son otras de las cuestiones que destacan en la Escuela Volta. Nos encontramos ante uno de los ejemplos en el que la solución estructural (el modelo y el cálculo) caminan de manera inseparable de la mano de la solución arquitectónica y espacial. Esa primera idea que arranca de la mesa de los arquitectos: la de un edificio montado sobre un rectángulo de 28 x 35 m. sin soportes exige de la colaboración (íntima) de un equipo de ingeniería que en este caso lleva la importante firma de Conzett Bronzini Gartmann que ya han estado presentes en varias entradas de este cuaderno: Tendiendo puentes.


Lo que el despacho de Chur aporta al proyecto va más allá de una simple adecuación estructural (especial) a un proyecto arquitectónico sino que es, en sí mismo, la solución. Arquitectos e ingenieros trabajan al unísono para hacer posible la idea espacial de la obra con la tectónica del sistema estructural que le dé forma. La maqueta que sirve a los ingenieros como banco de pruebas del sistema pensado resume, gráficamente, lo que los cálculos harán posible: una estructura tridimensional a base de placas horizontales (losas de forjados) y verticales (pantallas) de hormigón que entran en contacto en determinados puntos de la malla espacial que, junto con la aplicación de la tecnología como el pretensado de uso habitual en obras de ingeniería, permite trabajar con la malla de placas, no continuas, para salvar las luces previstas en el proyecto.



El hormigón como material base que modela este esqueleto no se limita únicamente a ser solución estructural; Miller&Maranta  extraen de la pasta endurecida todas las posibilidades expresivas que ésta puede ofrecer. De ahí que tanto las fachadas, como los techos y las divisiones interiores quedan definidas una vez que el material se ha vertido en el molde; para completar este universo    
de matriz cementosa los arquitectos añaden al centro una alfombra continua a base de un pavimento de resinas con acabado bruñido. El resultado es un edificio compacto que parece haber sido esculpido o vaciado de un enorme bloque pétreo previo.


Miller&Maranta, Villa Garbald, Castasegna

     













Fuentes:
+ Fotógrafos: H. Henz y R.Walti
+ Detail 3/2003: Konzept Escuelas
+ Construir la Arquitectura.....Andrea Deplazes. 
   Ed. GG.
+ Architectural Concrete in Detail. Four Buildings 
   by Miller&Maranta. Ed. Quart Architektur
+ Betonsuisse