De nuevo -una más- la Administración o, más concretamente, nuestros propios compañeros de profesión encargados de las baremaciones en los Concursos Públicos convocados por las distintas administraciones, van colocando, uno a uno, ladrillos en un muro inmaterial que nos impide a la mayoría una sana competencia con el objetivo de conseguir la mejor propuesta posible en cada convocatoria. Esta pared toma, en ocasiones, la forma de requisitos previos insalvables como son: experiencia (en redacción de proyectos y direcciones de obra) limitadas a un periodo de tres años que -con la que está cayendo- nada tiene que ver con la realidad de la mayoría de los estudios del país; ofertas económicas sin límite y con un ”peso” en la valoración total que, en algunos de los casos, está llegando al 60%; honorarios a la baja que, incluso, deben de asumir la elaboración de Estudios Geotécnicos o controles externos del proyecto, etc.
En el caso que nos ocupa: el concurso abierto para la redacción y dirección de obra del CEIP Mariturri en Vitoria convocado por el Gobierno Vasco, la citada pared a girado sobre su base, abatiéndose, dejando en el suelo no ya un montón de cascotes, sino abriendo una brecha, a modo de foso, que pone la distancia suficiente entre la propuesta mejor valorada y el resto. Si seguís lo volcado en este blog notaréis alguna coincidencia con la entrada en la que, en su día, me refería a otro reciente concurso convocado por el Ministerio del Interior para un Acuartelamiento en Úbeda. (De los concursos. parte 3)
Datos: CEIP Mariturri LHI en Vitoria-Gasteiz (Araba) convocado por el Gobierno Vasco
-Convocatoria: 23 septiembre de 2011
-Presentación: 13 octubre de 2011
-Nº de participantes admitidos: 55
-Fecha del Acta de Baremación y de las ofertas económicas: 8 de febrero de 2012
-Puntuación media en la baremación de las propuestas técnicas (sobre 40 puntos): 17,6 puntos
-Puntuación de la propuesta mejor valorada (sobre 40 puntos): 39 puntos
-Nº de equipos con puntuación superior a 20 puntos: 15 de 55
Dando por supuesto que aquella propuesta que los técnicos han considerado, técnicamente, más ajustada a los requisitos de las bases del concurso puede, en realidad, ser la más adecuada –o la mejor, en términos cualitativos-, resulta complicado, por el contrario, asumir que de 55 equipos únicamente 15 consigan superar el listón del “aprobado”, o lo que es lo mismo, que 40 equipos de los 55 presentados no seamos capaces de “hilar” un propuesta que cumpla con los requisitos del Departamento de Educación para una tipología en la que muchos de los participantes contábamos con una experiencia demostrada.
Esta experiencia, distinta a la cualificación exigida en muchos tipos de concursos, tiene que ver en este caso con los nombres de algunos de los equipos participantes al citado concurso ya que, algunos de ellos, cuentan con una trayectoria profesional - en esta tipología en concreto- que les ha permitido publicar su trabajo en distintas revistas especializadas tanto españolas como de fuera de España: Carroquino Arquitectos, AH Asociados, Taller Básico de Arquitectura, Enric Masip, Coll-Barreu, Magén Arquitectos, Martínez La Peña Torres, entre otros. Vuelvo a reiterar que la propuesta ganadora puede ser la mejor; lo que no es NORMAL (ni admisible) es que la mayoría de ellas se sitúen (nos situemos) a 20 puntos de distancia de ésta: lo contrario supondría asumir que la gran mayoría de los arquitectos que acudimos a la convocatoria no sabemos lo que nos llevamos entre manos; cuestión ésta que no estamos dispuestos a admitir. Lo que en principio, entiendo, debería ser una sana convocatoria en la que las distintas propuestas hablaran, despejando el camino a quien debe decidir, y, por lo tanto, en una liza a la que los arquitectos nos prestamos de manera desinteresada (sin comparación con ningún otro colectivo de profesionales del país) se convierte, a la postre, en una victoria por KO -y nunca mejor dicho- técnico.