MIRANDO, DE NUEVO, HACIA PORTUGAL
La obra de Menos é Mais: una aproximación a la última arquitectura portuguesa
Para aquellos que, como quien escribe, completamos nuestra formación académica como arquitectos a finales de la década de los 80, la obra y la figura de Álvaro Siza flotaba por encima de nuestros tableros (también lógicamente, y entre otros maestros contemporáneos, la omnipresente figura de Rafael Moneo). Una vez titulados, seguimos la sombra del maestro portugués tanto en suelo luso como en la “toma” de Europa, algo que, por otro lado, resultaba asombroso en aquellos momentos, por lo inédito: el hecho de que un autor ibérico fuera reconocido internacionalmente hasta el punto de tener que seguirlo más fuera de su casa que dentro. Sin embargo, pasados los años y visto que esa misma circunstancia se repetía con su discípulo más directo, Eduardo Souto de Moura, me pregunté si realmente conocíamos algo del resto de la arquitectura portuguesa. Pregunta absolutamente lógica, por otro lado, si pensamos en el efecto “pantalla” que los dos grandes maestros contemporáneos portugueses -los dos Pritzker- han ejercido, durante años, sobre el resto del panorama arquitectónico de nuestro vecino y alargado país.
Preguntarse qué es lo que conocemos es, a la postre, indagar en cómo vemos el fenómeno de la arquitectura portuguesa desde el otro lado de la Raya Seca. O lo que viene a ser lo mismo –y para subsanar la falta de un contacto directo, “in situ”, con el hecho arquitectónico luso-, cómo nos presentan los medios especializados españoles la última arquitectura del país hermano. Libros, revistas y, ahora mismo, las plataformas digitales han venido prestando especial atención al quehacer arquitectónico portugués en la década, larga, que llevamos de siglo y de milenio. Interesarse por la “mirada” de aquellos que escriben, presentan o divulgan la arquitectura –aunque a veces esté dirigida- resulta imprescindible si te apasiona esta disciplina. Tras verlo y leerlo –o al revés- cada uno está preparado para sacar sus propias conclusiones, y éstas coinciden, en general, en una profunda admiración por la actual arquitectura portuguesa, tanto por estos pagos como en el resto del mundo. A la pregunta anterior de sí conocíamos, de verdad, la arquitectura que se hace muy cerca de nuestro territorio, viene a sumarse un sorprendente interrogante que lanzó hace ahora un año el crítico y arquitecto portugués Jorge Figueira, ni más menos que: “¿Existe realmente la arquitectura portuguesa?”. El que habla a través de estas líneas se preguntaba “si la conocía”, el profesor Figueira va bastante más allá. El actual número de TC Cuadernos está dedicado al interesantísimo equipo luso que se presenta bajo el sugerente nombre de Menos é Mais, Cristina Guedes y Francisco Vieira de Campos, tándem de arquitectos que comparten despacho profesional en Oporto desde 1991, y en los que coincide el hecho de que ambos tuvieron ocasión de colaborar en los despachos de los dos maestros lusos: Guedes con Siza y de Campos con Souto.
Para seguir y perseguir el relato de la arquitectura lusa de la última década a través del hilo conductor de las publicaciones españolas, habrá que remontarse hasta el 2001 al encuentro de una de las líneas editoriales de referencia en habla hispana como es GG, y su influyente colección 2G (que recientemente cambió tinta por pixeles) con el número 20 titulado Arquitectura Portuguesa: una nueva generación; prologado por el arquitecto y profesor Joâo Belo Rodeia que con su artículo Línea de tierra: presentación de una nueva generación de arquitectos portugueses, nos proponía algunas claves para situar a los arquitectos que entonces contaban con edades comprendidas entre los treinta y cuarenta años. Nombres por entonces “emergentes” como los hermanos Aires Mateus, Inés Lobo y Pedro Domingos, Paulo Providéncia y, entre otros, la pareja formada por Cristina Guedes y Franciso Vieira de Campos. Grupo de características bastante heterogéneas que en palabras del crítico sirvió de “puente” de unión con la generación anterior.
Los futuros Menos é Mais acudían a la cita con el muestrario que ofrecía la revista con una de sus primera obras como socios: el Pabellón de la Facultad de Bellas Artes de Oporto (1996-1998), una pequeña obra que sin duda les hizo visibles tanto en su país como en España. El pabellón, una pieza compacta compuesta, a su vez, por dos primas resueltos –a modo de contrapunto- con dos materiales prestados por la imaginería industrial: chapa galvanizada ondulada en horizontal en el pabellón de talleres, y paneles de bakelita acabado en madera, de gran formato y que llegan a cubrir incluso, los huecos de entrada, para el volumen que alberga las dependencias auxiliares. Con ese gesto, el de enfundar completamente en una piel de madera el escueto prisma de entrada, sin que las fenestraciones vulneren la imagen del objeto, rotundo y compacto, conecta, a mi entender, algunas obras de Menos é Mais con otra de las arquitecturas relevantes de aquel momento, la que nos llegaba desde Suiza (las primeras obras de Herzog & de Meuron y la obra del maestro Zumthor): objetos rotundos, no referenciales, en los que el edificio dialoga con el entorno con sus propias leyes. También, en este pequeño pabellón encontraremos algunas de las claves del trabajo de la pareja (que luego trasladarán a otros proyectos) como el uso de materiales de “catálogo” -también técnicas- tomadas de los procesos industriales, donde “la prefabricación” y “el montaje” generan sus propio universo: modulación, repetición, control milimétrico en la ejecución y, por supuesto y como seña de identidad que encontraremos a lo largo de este viaje por la trayectoria de la pareja, el virtuosismo en el detalle. Tras este primer acercamiento de la colección al joven panorama arquitectónico luso, 2G siguió con atención lo que nos llegaba desde el país atlántico presentándonos la obra de autores tan relevantes como Aires Mateus (Nº28, 2003), Paulo David (Nº47, 2008) o el más reciente (Nº64, 2010) dedicado al interesantísimo arquitecto lisboeta Ricardo Bak Gordon.
Otra de la líneas editoriales de referencia de nuestro país respecto de la divulgación de la arquitectura: AV Monografías y su hermana Arquitectura Viva, han venido prestando, por su parte, un continuado seguimiento de todo aquello que se cocía al otro lado de la Raya. Pasando de puntillas por cabeceras lejanas en el tiempo, pero no por ello menos interesantes, como el monográfico del maestro luso Álvaro Siza (AV, Nº40, 1993) y el que se dedicó a la Expo lisboeta en De Oporto a Lisboa (Arq. Viva, Nº59, 1998), las dos revistas han ido ofreciéndonos, en distintas entregas, la foto fija de lo más relevante de la última arquitectura lusa. En el cercano 2007, y a las puertas de la crisis global que terminaría por unir los destinos de Portugal y España bajo las directrices económicas (y no sólo económicas) que se emiten, a todo el sur, desde las magníficas torres de Frankfurt, Arquitectura Viva presentó un número con vocación de acercamiento entre los dos países hermanos.
En Portugal Panorámico (Arq. Viva, Nº109, 2007) el arquitecto, crítico y profesor Nuno Grande narraba en Generaciones en Red, el marco político que había permitido el despegue internacional de la nueva arquitectura lusa, el programa de inversiones, los concursos, además de una interesante reflexión sobre las conexiones internacionales de las nuevas generaciones de arquitectos, hacia países como Alemania, Holanda, Suiza y, también, España, permitiendo dejar atrás tópicos como la conocida etiqueta “regionalismo crítico” de etapas precedentes. Entre los proyectos de este importante número nos encontramos, de nuevo, con el tándem al que se dedica este monográfico de TC Cuadernos. Bajo el título Las reglas del rigor, Guedes y Campos nos ofrecían su relato de otro de sus proyectos más logrados, el llevado a cabo para las naves de la empresa Inapal, en sus dos divisiones: la producción en metal y la de los plásticos en Palmela. Los arquitectos se enfrentan en estos dos proyectos cara a cara con el rigor que exigen los procesos de fabricación y montaje (en este caso para componentes relacionados con el sector de la automoción) diseñando un recinto, para Inapal Plásticos, que permita unificar, bajo una misma envolvente metálica, la necesaria diferenciación volumétrica que exigen los distintos procesos de producción que contienen: las naves, la zona social y un tercer edificio para instalaciones autónomas. Estrategias proyectuales como la modulación estructural, la utilización de elementos estandarizados y de catálogo, e incluso el uso repetitivo de detalles tipo -herramientas ya apuntadas en el Pabellón de Oporto- se ponen en práctica para la definición de este edificio terciario.
Un año más tarde, y cerca de la anterior, Guedes y Campos completan su intervención en el complejo fabril con otra nave, esta vez, para la sección Inapal Metal. De nuevo, los arquitectos trabajan sobre las experiencias aprendidas en los diseños precedentes, si bien se aprecia una cierta sensibilidad en el trabajo de la piel y en el perfil del edificio que mitigan la frialdad del uso industrial. Recurren de nuevo a planos de tersas chapas metálicas que colocan, en este caso, con una alternancia en su disposición (en vertical o en horizontal), estirando los planos hasta encontrase con la cubierta con unos acuerdos resueltos con cantos romos. Esta “humanización” de la fachada la completan los arquitectos echando mano de la técnica aplicada al metal mediante el empleo de unos sorprendentes planos de chapa calada, con un patrón de nido de abeja, dispuestas en las zonas que precisan de ventilación e iluminación. El juego de alternancia de las chapas grecadas y el claroscuro de las celdas, confieren a construcción una imagen cambiante a lo largo del día, mutando, al atardecer, hacia un delicado fanal cuando la tenue luz interior atraviesa las fachadas caladas.
Habrá que esperar hasta el 2012 para que, de nuevo, la mirada de una de nuestras revistas de cabecera AV se dirija hacia el país del fado y la saudade. Con el rotundo título de Portugal. Twenty Teams, la influyente publicación española vuelve a actualizar nuestra lejana visión de la arquitectura de un país tan cercano. AV retoma el camino con otra acertada reflexión de Jorge Figueira con el ensayo que descorcha el número titulado: La arquitectura pujante de un país en crisis, donde el autor lanzaba la sorprendente pregunta sobre la existencia o no de una arquitectura netamente “portuguesa”. En esta nueva vuelta a Portugal, tal y como reza en una sección de la revista, se presentan las últimas realizaciones de un selecto grupo de equipos lusos (20 en total) que nos ofrece una visión caleidoscópica del excepcional momento que presenta la arquitectura portuguesa.
Entre nombres consagrados (incluso divinizados como son Álvaro Siza y Eduardo Souto de Moura) nos encontramos con una realización de Menos é Mais: la primera de sus dos intervenciones para la remodelación y ampliación de la Bodega Quinta do Vallado en Vilarinho dos Freires (2008‑2010), una obra espectacular que, sin duda, supone un punto y aparte en la trayectoria del tándem luso y una de sus realizaciones más logradas. Si en las anteriores la pareja lusa trabajaba con el método y el rigor constructivo, en esta obra “mineral” los arquitectos entran en contacto directo con la tierra, el lugar y el paisaje. A partir de un recinto excavado en las entrañas de la ladera, donde sitúan el sacrosanto espacio abovedado paras las barricas, desarrollan la planta en sentido de descendente; creciendo y emergiendo ésta de la vertiente como una colada volcánica que, enfriada rápidamente, da lugar a formas geométricas que han quedado solidificadas a media ladera. Entre los bloques abiertos al paisaje de viñedos, los arquitectos proponen al visitante un laberíntico recorrido al abrigo de los impresionantes muros revestidos de pizarra bituminosa y vistas panorámicas con las cubiertas convertidas en balcones volcados hacia el valle.
El presente número de TC Cuadernos, pone al día la obra de Menos é Mais, con la segunda de las intervenciones que la pareja lusa han realizado en la amplia parcela de la bodega: el Hotel Vínico que completa la experiencia alrededor del vino que ofrece la bodega. Situado en el extremo opuesto al que ocupan las bodegas, y junto a la señorial casa que preside la hacienda, los arquitectos han construido, dos años después de su primera intervención, un escueto prisma de dos alturas que se abre en abanico hacia las magníficas vistas de los viñedos. De nuevo, se echa mano de la materia, la pizarra, para construir esta pequeña pieza, si bien, los expresivos planos de lajas de pizarra se acomodan esta vez entre amplias franjas de hormigón visto dispuestas a la altura del primer forjado y la cubierta, que se expresa, al exterior, y en continuidad con los rotundos planos interiores que forman las losas vistas de los techos. La imagen lejana del edificio nos trae a la memoria los potentes muros de lajas de piedra con los que el maestro suizo Peter Zumthor revistió la inconmensurable Termas en Vals.
Para encontrarnos con una de las últimas obras de Menos é Mais, en este viaje a caballo de la tinta de las publicaciones, hay que acudir al catálogo de la VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (VIII BIAU), celebrada en septiembre del 2012 en Cádiz. Para esta cita, Menos é Mais presentó una realización en relación a un tema en la que la pareja lusa se desenvuelve con soltura: el de las infraestructuras urbanas. Se trata de la magnífica intervención para las Estaciones del Teleférico en el casco antiguo de la histórica Vila Nova de Gaia, situada frente Oporto y al otro lado de la desembocadura del majestuoso Duero. Una intervención en dos actos cuyo nexo de unión es una suave catenaria, un camino suspendido en el aire que conexiona el muelle fluvial, cuajado de históricas bodegas, con el metro situado en la coronación de la histórica villa. Los arquitectos trabajan aquí tanto “el lugar” como “la técnica”. Respecto de lo primero, lo que tiene que ver con el sitio, cada una de las dos estaciones, se resuelve de una manera distinta en función de aquello que el lugar y la historia sugieren a la pareja. Arriba, entre las apretadas construcciones que asoman de la ladera, Menos é Mais, dotan a la estación de un carácter urbano: una potente construcción moldeada en hormigón –masa-, sobre la que se recortan “huecos” a una escala casi doméstica; uno de ellos es la gran ventana por la que maniobran las cabinas del teleférico. Por su situación a media ladera, la cubierta de la estación se trabaja como un mirador abierto a las impresionantes vistas. Abajo, a la cota del muelle, la segunda estación presenta un carácter más “tecnológico”, un objeto apoyado sobre al amplia plataforma del muelle con una potente “quilla” de hormigón que soporta la plataforma de acceso al teleférico que, liberada del contacto con el suelo, envuelven en una “tecnológica” piel de pletinas verticales de aluminio; un gesto que prepara al pabellón para ser visto en la distancia y como punto de referencia en el amplio muelle. Las escaleras metálicas que se recogen en la plataforma superior fuera del horario de uso de la infraestructura, acentúan su carácter de pieza ingenieril al servicio de la comunidad.
Para completar la andadura por la obra de Menos e Mais, recortada sobre el telón de fondo de la arquitectura portuguesa impresa en las publicaciones hechas desde España, no puede faltar el seguimiento de dos cabeceras más; la influyente El Croquis y la que sirve de soporte a estas líneas: TC Cuadernos. La primera ha venido prestando una atención continuada al hecho arquitectónico portugués con números e ediciones especiales dedicadas a sus dos figuras más señeras: Álvaro Siza y Souto de Moura; recientemente dedicó, en el 2011, sus páginas a uno de los equipos más importantes de la actualidad arquitectónica lusa: Aires Mateus, 2002-2012, Construir el molde del espacio (Nº 154). Por su parte TC Cuadernos en su serie dedicada a monografías de arquitectos, Dédalo, ha puesto su atención en el panorama portugués en varias ocasiones dilatadas en el tiempo. Desde el ya lejano Souto de Moura, Obra reciente, publicado en el 2002, la editorial ha ido mostrando, píldora a píldora, la obra de colegas lusos de menos renombre, pero cuya trayectoria los hace igualmente interesantes; pasando por Cannatá & Fernades (Nº70), Nuno Brandao Costa (Nº90) y el dedicado a la obra habitacional de Joao Álvaro Rocha (Nº102), llegamos al actual dedicado a Menos é Mais.
Los ya conocidos proyectos y obras de la pareja portuguesa se actualizan en la presente monografía a través de una de las señas de identidad de nuestra cabecera: ofrecer al lector interesado una aproximación al objeto construido a través de la idea que los autores nos transmiten de su obra en los completos detalles constructivos; una herramienta propia de la arquitectura donde la materia y la técnica representan lo que ha de ser o explican lo que es ya realidad. Desde la pequeña escala de la irrepetible serie de bares de la marginal de Gaia, hasta el trabajo a nivel de proyecto urbano ‑intervenciones en Contumil y Pío XII o la multicolor barrera portuaria de Mantonsihos-, pasando por las delicadas viviendas unifamiliares –casa de Ofir, Afite y Boavista-, además de los nuevos proyectos que están sobre las mesas del estudio, la obra de Menos è Mais entronca, a mi entender, con lo mejor de la arquitectura lusa que bebe tanto de las fuentes de los dos grandes maestros, como de las nuevas “redes” que se tejen desde Europa, fundamentalmente desde Holanda y Suiza; lo que el arquitecto y profesor Joâo Belo Rodeia denominaba como “eje erásmico” formado por la línea imaginaria que engarza Rotterdam con Basilea. Volviendo a la sorprendente pregunta con la que arrancaba este escrito “¿Existe la arquitectura portuguesa?”, ésta era respondida por quien la formulaba con un incierto “Aún tendremos que esperar para saberlo......”. Mientras dilucidamos si ésta (u otra arquitectura en realidad) responde más al sitio que al tiempo en que se desarrolla, simplemente, dejémonos llevar por lo que los autores nos transmiten en su monografía ya que, sin lugar a duda, se trata de una arquitectura que emociona.
Fuentes: