Forma parte ya del lenguaje cotidiano denominar Zona Cero a aquel espacio (físico o no) que ha sido objeto de un acontecimiento de tal magnitud que, automáticamente, pone el contador a cero en la historia particular de ese sitio (físico o no): primero para que no se olvide y, segundo, para que todo pueda ser reformulado desde ese nuevo punto de partida. El momento actual de crisis generalizada puede convertirse (si no lo ha sido ya) en la Zona Cero para la arquitectura en nuestro país: un espacio de tiempo, concreto, a partir del cual nos veremos obligados a buscar nuevos caminos. / Forms part of everyday language to call Zero Zone to that space (physical or not) that has undergone an event of such magnitude that automatically sets the counter to zero in the particular history of that site (physical or not): first so that is not forgotten and, second, so that everything can be reformulated from this new starting point. The present time of general crisis can become (if it has not already been) at Zero Zone for Architecture in our country: a space of time, concrete, from which we will be forced to seek new ways.

11/5/12

PRODUCTO FRESCO / COMAS-PONT ARQUITECTES

Comas-Pont arquitectes, Mercado Municipal en Manlleu
Comas-Pont arquitectes, MM. Manlleu, fachada principal
(Imágenes de  su  construcción al final de la entrada) 

 El joven tándem de Vic formado por Jordi Comas y Anna Pont, Comas-Pont arquitectes, que inició su andadura en el 2004, han levantado, recientemente, un Mercado Municipal en Manlleu. Situado en un lateral de la gran plaza existente en el barrio de l’Erm, Comas-Pont, evocan la silueta de perfil quebrado del maestro danés Jorn Utzon (1918-2008) de su iglesia/fábrica/almacén de granos Bagsvaerd de 1976. Un universo formal mil veces versionado, tanto por su cambiante silueta exterior como por la fluidez del cielo raso pétreo interior. Con estas alforjas, convenientemente repletas y equilibradas, Comas-Pont prometían un excelente proyecto, como así ha sido.


Comas-Pont arquitectes, MM. Manlleu, planta baja (arriba) y planta primera (abajo)
  
Comas-Pont arquitectes, MM. Manlleu, vista general
Una planta rectangular, da lugar a un espacio diáfano que alberga los puestos de venta de productos frescos. El prisma escalonado abre sus laterales, y uno de sus testeros, al espacio público que preside, mediante voladizos que se prolongan desde la cubierta dentada, proporcionando unos espacios protegidos –porches- que invitan al acceso en el mercado. Uno de los hastiales de la construcción –el que se enfrenta por ese lado a las edificaciones existentes- se presenta prácticamente ciego, y en él, los autores, culminan su idea del continŭus utzoniano, tanto en el material utilizado: las bandejas de zinc, que recorren completamente el cambiante perfil de la cubierta, como por el hecho de hacer descender esta cenefa quebrada hasta contactar con el suelo de la plaza.

Comas-Pont arquitectes, MM. Manlleu vista del diedro oeste

Esta estrategia permite una doble lectura; la primera: que sea la fachada la que asciende para convertirse en cubierta y la segunda que, en cambio, sea ésta última (la cubierta) la que desciende hasta darse de bruces con las losas de la plaza. Yo me decanto por ésta última, por lo que sigue. Tipológicamente este edificio, el mercado, hunde sus raíces en los ancestrales entoldados mediterráneos que, aprovechando un recoveco en la trama urbana, protegían, provisionalmente, mercancías y transeuntes; fijados en el tiempo por estructuras más duraderas, el mercado se incorpora como un edificio principal en la ciudad histórica con una clara función aglutinante de las relaciones sociales y como motor económico del barrio o la ciudad. Desde los toldos a los armazones metálicos el mercado representa -la mayoría de las veces- una porción de suelo colonizado por una cubierta: un dosel protector. Este espacio a cubierto, diáfano y en muchos casos abierto (sin límites identificables más allá de una escueta valla, era (y es, hoy en día convenientemente actualizado) habitual en cualquier pueblo y ciudad del arco mediterráneo; baste recordar los magníficos ejemplos existentes en Valencia y Barcelona, tanto de los denominados mercados centrales o los de barrio.


Comas-Pont arquitectes, MM. Manlleu, vista del diedro este

Comas-Pont arquitectes, MM. Manlleu, vista de la cubierta

La cubierta es, pues, protagonista de estos espacios y el punto al que se dirige la vista cuando accedes a uno de ellos. Comas-Pont consiguen ese mismo efecto en su obra de Manlleu, con la serie de lucernarios que conforman la cambiante perspectiva interior. La vista necesariamente se dirige hacia la luz filtrada por las lamas interiores de madera.

El empleo de la madera es otra de las estrategias de los autores; un material de cálida apariencia que invita a acercarse e incluso a ser tocado. Comas-Pont activan, con este material leñoso, los resortes para rescatar de nuestra memoria las imágenes a las que se asocia la madera: un mueble, el enlistonado de un banco, el cerramiento de un quiosco, etc. cosas cercanas que conectan con el usuario y de, paso, minimizan el efecto cuasi industrial de su volumetría y de la tersa piel metálica en un entorno urbano como el que se asienta.


Si en sus obras anteriores, fundamentalmente: el Centro Salud Mental en Vic y el Jardín de infancia en Manlleu (entre otras), Comas-Pont aportaban una escueta tarjeta de visita, en esta última confirman una interesante manera de entender la arquitectura que, sin duda, será conveniente seguir.





Fuentes:
+ Fotografías: Jordi Comas Mora
+ world architects

-----------------------------------------------------------------------COCINÁNDOSE

Los colegas y amigos del estudio COMAS-PONT ARQUITECTES me han remitido unas descriptivas imágenes del proceso constructivo seguido  en el interesante proyecto del Mercado de Manlleu; las fotografías nos muestran cómo su esqueleto metálico  va preparándose para recibir la suave piel de zinc y madera.